domingo, 21 de agosto de 2016

NOCTUARIO

Sepian Tnosin


1

Tras meditarlo, no demasiado, me decidí a escribir un Brevario. Cuya continuación sería una serie de Noctuarios.
Noctuario es un territorio, un cuerpo, una manifestación.
Me reclino sobre el sillón. Leo un libro titulado "La historia de un átomo", que explica el desarrollo del átomo de carbono.
Oigo el silvido de la Pavita. Me levanto. Cae el agua caliente.
Las hebras de té se estremecen
sueltan sus fragancias.
Un vaho recorre mi boca.
La boca
es todo ese vaho
corriendo en la noche,
precipitándose.

(Ilustración de Colli Juliana)

2

Bebo el té con ansiedad. Sabroso.
Calor que desciende hasta mi vientre. Me paro, danzo un poco <<¿Como he venido a parar hasta aquí?>>
-Estás muy equivocado- digo. Y sonrío.
Abro un viejo cuaderno y leo:
"Un mundo muy personal, el de Onetti. Sus manías, su curiosidad, su obra maestra: La vida breve. Complejidad y estilo. Que pena nadie lea esto."
Cierro el cuaderno.
¿En que pensaba aquella noche? Porque aunque no tenga pruebas algo me dice que eso fue escrito de noche.
Amaso pan. Leo.Leuda. Horneo. Leo. Huelo. Veo.
Corto un pedazo de pan. La vida es breve, la vida breve... Onetti, amor... Santa María o Macondo... una ciudad a orillas del río.

3

Otra noche.
Atras quedó el sol. Bienvenidos sean los astros
salpicados
sobre el terciopelo, negro, de la noche.
Otra noche. Estoy sentado al borde de la terraza. Este edificio tiene catorce pisos de altura.
Abajo; veo los autos pasar a toda velocidad. Parecen de juguete.
<<Esto me recuerda a un cuento de Haroldo Conti. Acerca de un niño, que trepado al techo de su casa, observaba a través de una hendidura el comportamiento de sus padres.
En el momento que lo leí era muy pequeño, sin embargo, me fascinó comprender que el arte provenía, de alguna manera, del fisgoneo.>> pienso, mientras agito mis piernas.
-Al borde de los labios la boca muerde su propio silencio- digo, declamando.
(Colli Juliana)
Tengo ganas de saltar, no de morir. Me (retiro del borde y desciendo a la planta baja.
Una vez afuera, camino algunas cuadras hasta el parque. Me siento en un banco de cemento y bosquejo con mi bolígrafo:
"Amate"
Contemplo la palma de mi mano. La palabra brinca sobre el fondo límpido de mi palma izquierda.
Me acerco al bebedero. Me lavo, rascando con mis uñas. La palabra imperativa desaparece. Se la lleva el agua.
La noche es un flujo de pensamientos que diluye las palabras. Las disuelve, las desvanece, las devuelve a su origen.

4

Las hebras de té se estremecen,
sueltan sus fragancias.
En realidad no hay ninguna taza de té humeante sobre mi mesa. Quizá, ni siquiera sea de noche. Ni exista mesa, o yo... o los planetas. Lo único que sé es que he abierto un documento de wordpad y he comenzado a escribir sin premeditar.
Me levanto de la silla, me aproximo a la ventana. Afuera tres nubes inmensas surcan el cielo.
Abajo corretean unos perros detrás de una perra en celo. Se ladran, se mordisquean, se persiguen con cierta distancia. Oigo el reverbero de sus ecos.
Giro el postigo de la ventana, empujo el cristal. La fría noche entra a mi habitación.
!Que fantástico reconstruir historias leídas, sobre tan vasto universo¡. No existe nada, mas allá de nosotros. La experiencia individual crea el cosmos. Lo reinventa. La vida es una vasija de barro que habremos de llenar con lo que sea posible.
-Ulula paloma insomne. Tu que te ocultas bajo el tanque de agua. Dime nevermore y pósate sobre mi busto de Palas.- murmuro, cerrando la ventana.
Una pequeña lámpara arroja su luz sobre el manuscrito.
Soy ese haz que se lanza a iluminar el vacío.

5

Miro la forma del bigote de Strauss, mientras leo una novela de Murakami.
El danubio azul me llega a través del aire. Reproduzco la pieza musical en Youtube. La misma tiene un retrato de Strauss. Él, inclina su cabeza hacia la izquierda, sosteniendo la mirada.
Sus bigote parece la sombra de una pipa, humeante, proyectada sobre un espejo.
Al otro lado del cristal está la noche. Al borde, frío, del espejo, estoy yo. Leyendo una novela, escuchando a Strauss, mirando su rostro inmóvil.
Cierro el libro, lo coloco sobre la mesa. Voy al baño y enjuago mi rostro. Me observo; mi piel está grasosa. Busco en una vasija de barro un sobre. Lo abro con la punta de mis dientes.
Sostengo el bicarbonato. Lo humedezco. Me lo unto cual mascarilla.
Cuento hasta ciento veinte. No los voy a hacer perder tiempo con eso.
Enjuago mi rostro. Me ha crecido la barba. Pienso en Strauss. Regreso al comedor.
Abro la novela. Mis ojos arden, apasionados, en la noche.

6

Cuando regreso a casa, por la noche, suelo cruzarme a un niño que cartonea con un carrito.
La primera vez que lo vi, me llamó la atención algo que hace.
Balancendose, mantiene el equilibrio sobre las dos ruedas del carro... deslizándose en las bajadas. Pareciera flotar, meditativo, como un monje Shaolin.
Lo he visto muchas veces. Cada vez que cruza a mi lado, agacha un poco su cabeza para saludar y yo respondo de la misma manera, con aquel gesto.
Hace unos instantes, lo vi desarmando cajas en una esquina.
-Mirá, tengo un montón de cajas vacías en casa... es acá, a dos cuadras. Si queres te las paso- le dije.
Tímido, se encogió de hombros y caminó detrás de mi.
-¿que edad tenes?- le pregunté.
-once años- respondió él.
-¿Vas a la escuela?
-¿Sos yuta?- dijo.
-no, para nada- lo tranquilicé- es simple curiosidad.
-la yuta es muy curiosa también.
-claro, entiendo- solté- es acá, esperame un minuto.
Subí a mi departamento y recogí todas las cajas. Cuando ya tuve todas aplanadas y atadas, preparé un sándwich de milanesa y bajé.
-Fueron dos minutos y medio- me dijo.
-¿Los contaste?
- Claro, ciento cincuenta segundos.
Estire mis brazos para ofrecerle el sándwich, pero negó con la cabeza.
-mirá que está buenísimo, la milanesa la hice yo mismo. Bien condimentada, con ajo y perejil.
-no, gracias- reiteró- ya cené en casa.
-bueno, no voy a insistir- dije, hincando mis dientes en el sandwich.
-Che, gracias. Tengo que seguir laburando- me dijo, y, saludándome al estilo skater, desapareció calle abajo.
Subí, otra vez, y liberé la mesa. Preparé un sandwich mas y comencé a leer una antología de poesía rusa.
La noche es un incierto juego de casualidades.

7

Dejo la antología de poesía rusa sobre la mesa. Termino de masticar el sándwich y bebo un vaso de agua del grifo.
<<Algo extraño flota en el aire, como un perfume espeso que surge de las telas de araña>> pienso. <<Un aullido lejano nos llega. Al otro lado, el sistema planetario o su abstracción.>>
Camino hasta la puerta. La abro. Doy un paso y me quedo bajo el alero contemplando las estrellas.
Escasos paseantes cruzan por la vereda. Negrito, el perro de la vuelta, aúlla a una luna de concreto...como Moe, en su poema.
Rasco mi barba y pestañeo unas cuantas veces. El cielo se me viene encima.
Entro, otra vez, al departamento. Me sirvo un vaso de ginebra. Una figurilla de cartón, que coloqué en la lámpara, proyecta su sombra antropomorfa sobre la superficie de la pared.
Bebo un sorbo. La ginebra desciende por mi esófago. La serpiente de fuego despierta en las sombras.
Abro un cuaderno. Escribo:
"Flota en el aire el denso perfume de las telas de araña
Un aullido reverbera, a lo lejos.
Moe y su luna de concreto
La figurilla de cartón
se agiganta en su sombra."

8

Cierro el cuaderno. Rasco la textura de su tapa. Telas de arañas mandálicas. Dejo el cuaderno sobre la mesa.
Me recuesto en el suelo. Desde allí logro visualizar el cielo. <<¿Hace cuanto tiempo desapareció el sol?>> me pregunto.
Lo recuerdo muy bien. Acontecimientos como estos determinan nuestro modus vivendi.
Eran aproximadamente las seis de la tarde. Literalmente el sol estalló.
La oscuridad fue tragándose, con paciencia, las franjas de gases que cautivaban al mundo. La belleza había surgido de la destrucción. El planeta,gradualmente iría adaptándose a estas nuevas condiciones. El cielo era un crepúsculo dinámico. Con vibraciones del azul al naranja. Algo espléndido.
Golpean la puerta. Oigo voces de que dialogan tras el vidrio esmerilado de la puerta. Me levanto del suelo. Abro.
-¿Usted es Isben Jaley?- dice el mas alto.
-Claro- respondo.
-Hemos venido de parte de un director de cine. Está haciendo una serie de entrevistas relacionadas a la Supernova. Sabemos que usted fue testigo- anuncia, de forma nerviosa, el mas bajo.
Medito un segundo <<¿Quien carajo son estos tipos?>> <<¿Y si son ladrones jugando a los Roles?>>Me río.
-¿Está bien?
-Claro. Pasen. Estaba tomando Ginebra. ¿Quieren?
Aquel dueto extraño bebió y conversó amenamente conmigo hasta altas horas de la <<¿Noche?>>
Acabo de despertar. Mi boca es un fermento tóxico.
Cepillo mis dientes con cuidado. Escupo, enjuago, cepillo; escupo, enjuago. Me doy una ducha.
Recorro la ciudad en bicicleta. Me detengo a orillas del río. Leo un ensayo científico y escribo dos o tres poemas inútiles.

9

Vuelvo a montar mi bicicleta. Pedaleo con todas mis fuerzas.
Me alejo, cada vez mas, de las calles de la ciudad. Entro en la ruta. Avanzo por la carretera hasta llegar a una laguna.
Vapor cristalino se mueve sobre la quietud del agua. La luna se refleja en el espejo y el humo se aleja con lentitud.
Me quito las zapatillas. Remango mi pantalón y entro al agua, temblando de frío.
<<La quietud se rompe. El movimiento distorsiona la imagen de la luna.>> Pienso. Y alzo mis ojos hasta el cielo.
La luna resplandece. Está llena. Sus haces de luz entran en la profundidad de mis iris.
Mi cuerpo tiembla. Mis mandíbulas bailan.
-He de darme a la muerte, devorado por el silencio- digo, mientras avanzo hacia el centro de la laguna.
El fondo es fangoso. Avanzo con cuidado.
Al fin, desisto.
Regreso a la orilla y me quito el pantalón. Con la parte seca quito el barro adherido a mis pies. Me coloco las zapatillas, siento como la humedad de la piel es absorbida por la media. <<Que sensación mas horrible>>
(Ilustración de Fernando Leyes)
Monto mi bicicleta y regreso a casa.
Me desvisto y enciendo el caloventor. Sus aspas se mueven. El calor retorna a mis miembros inferiores.
Me pongo ropa seca y pico cebolla. La sofrío y preparo una salsa de tomate.
Mientras espero que la salsa se termine y el agua rompa el hervor. Escribo lo siguiente:
"Saco a pasear mi gato.
En la noche, que es eterna, literalmente,
saco a pasear mi gato.
Él se adelanta a mis pasos y explora la calle.
Entra y sale de las acequias.
Me mira con sus ojos amarillos y lanza un maullido
que reverbera
un instante
en el aire.
Luego el viento se lleva el sonido del maullido
y el gato vuelve a desaparecer.
Así es Arthur"

10

Termino de ¿almorzar?. <<Es difícil no pensar que se está cenando cuando el sol ya no existe.
Trato de reflexionar sobre esta idea hace mucho tiempo.>> Arrojo los restos en una bandeja de plástico.
Salgo a la vereda. Silbo. Espero unos segundos.
Oigo las patas enloquecidas de Negrito acercase.
Agita su cola mientras, literalmente, traga los espaguetis. Los engulle con ansiedad.
Lo observo comer. Termina. Alza su hocico y me mira.
-No hay más, Negrito- digo, palmeando su cabeza.
Se aleja moviendo la cola. Sus pasos dejan de oírse. Regreso adentro.
Pongo un disco de Matt Eliott, Drinking Songs. Los arpegios se desplazan a través del espacio con sutileza. La melodía se amalgama con el sonido de los autos que pasan a toda velocidad, allá lejos.
En la noche nunca duerme el mal. Motores sedientos de petróleo desafían los límites de la velocidad. Niños de diez años beben fernet en la puerta de la casa de su abuela. Violines ejecutan el miedo. Monjas, desnudas, al filo de sus rosarios, hundiendo sus crucifijos con placer.
Me friego el rostro. Al cerrar los párpados. Veo la luz de la lámpara atravesar la piel y volverse, al comienzo naranja... luego verde.
Los abro. Miro a mi alrededor. Arthur ronronea y da un salto hasta la ventana. Desaparece en la oscuridad.
La noche devora los perros. Nos muestra sus astros.
Me recuesto en la cama. Observo el techo: El atrapasueños gira y se mece.
La voz de Matt Elliot se vuelve un grito desgarrado en la quietud.
Apago la vela,
pertenezco a las sombras.

11

Despierto. <<¿Cuanto he dormido? ¿Una... dos horas?>> El atrapasueños ha dejado de moverse. Su quietud me perturba. Salgo de la cama y camino hasta el baño. Orino, me lavo las manos; bebo un sorbo de agua del pico de la canilla.
Mis ojos atraviesan el espejo. <<Mis ojeras son como las de cualquier otro. La falta de sol nos mantiene en un estado de somnolencia continuo. Para broncearse hay que acudir a las camas solares, y sus precios son demasiado elevados para mi.>> Examino mis dientes. Están amarillos de tanto tomar mate. Me los cepillo: cuento veinte cepilladas por diente. Luego me enjuago y escupo. Abro la canilla para que la espuma se vaya. Regreso a la cama.
Por la ventana entra el resplandor de la luna llena. Arthur ha desaparecido. Me tiendo plácidamente sobre el acolchado y, estirando mi brazo derecho, recojo el cuaderno de tapa dura. Escribo.
"- Hola, soy Vladimir. Tu mamá me mandó a hablar con vos por lo del asunto <ese>- dice.
-No entiendo... ¿Te referís al fragmento de sol? ¿Viniste a comprármelo?
-No exactamente, lo que deseo es estudiarlo. Como decirlo: ponerlo bajo la lupa, analizar los minerales...
-Entiendo- interrumpo-no es el primero que viene a buscarlo, ya otros han venido con buenas intenciones ¿Y sabe lo que les he dicho?
-Que se vayan a la mierda.
-Exacto- digo- ¿y que lo hace pensar que con usted la cosa va a ser distinta?
-Que soy íntimo amigo de su madre- blandió.
Lo pensé un instante <<Mi madre seguramente intervendrá, es mejor deshacerme de él lo antes posible>>
-¿Sabes que? Te lo doy.
Busco en el último cajón de la cómoda el fragmento de sol y se lo ofrezco. Vladimir mira el fragmento con asombro. Como si aquel pedazo de piedra le hubiese robado el alma. Sus ojos pierden todo brillo. Muestra la palma de su mano temblorosa. Coloco la piedra. Cierra la mano.
Se esfuma en unos segundos."
Cierro el cuaderno. Vuelvo a contemplar el resplandor de la luna. Arthur reaparece.
Despliego las cortinas. No pueden detener la luz.

12

Arthur frota su lomo contra la palma de mi mano izquierda. Mi brazo cuelga, mis dedos tocan el suelo. El gato ronronea con insistencia.
-¿Tenés habre?- digo.
No responde. Se refriega contra mis tovillos y lanza un maullido.
-¿Querés amor?- digo.
Él lanza una sílaba -Maw- y se sube a la silla. Lo empujo para sentarme. Me siento, da un salto felino. Lo acaricio abriendo las páginas de un libro.
Leo con atención. Recorro con sumo cuidado las oraciones decodificando el mensaje. En un momento dado, me olvido de que estoy leyendo. Empiezo a reflexionar, mi voz mental abarca todo el espacio. Vuelvo a la lectura. Arthur ronronea sobre mis piernas
<<Cuando la voz del pensamiento habla, es mejor escribir que leer>> pienso.
Busco bajo la cama. Tomo el cuaderno naranja y, abriéndolo, ojeo las últimas páginas escritas.
..."Vladimir mira el fragmento con asombro. Como si aquel pedazo de piedra le hubiese robado el alma. Sus ojos pierden todo brillo. Muestra la palma de su mano temblorosa. Coloco la piedra. Cierra la mano.
Se esfuma en unos segundos."
Busco un bolígrafo. Escribo:
"<<Vladimir, ahora que lo pienso, se parece a alguien. ¿pero a quien?>> pienso.
Abro el último cajón de la cómoda. Extraigo una lata de arvejas. Vuelco su contenido en un bowl e incorporo papas, le pongo Alioli y como sin ningún apuro.
<<Solo tenías un fragmento de sol. Entonces ¿Porqué lo regalaste?>>
<<Quizá para liberarme de la presión que genera tener una piedra espacial.>>
<<Mamá,igualmente, hubiese insistido tanto que me habria cansado. Dos días de visitas y la piedra estaría en las manos de Vladimir.>>
Pincho una papa. Es la última. Limpio el fondo del recipiente con un fragmento de pan.
Bebo dos vasos de agua.
Sentado en mi pequeña mesa, reflexiono unos minutos acerca de la realidad.
<<¿Mi realidad es ésta? ¿o es esa otra que narra un idiota lleno de ruido y de furia?
¿Existen límites entre el lenguaje primitivo de una piedra y el corazón del científico?>>"
Cierro el cuaderno. Voy hasta el baño. Me miro en el espejo. La imagen proyectada en el cristal es una ilusión. Soy lo inaprensible, el instante que se fuga. Los ojos de Arthur que me contemplan, anonadados. Mientras inmóvil (narcisa-mente) mi mente atraviesa la superficie y toca
los bordes de la madrugada .

13

Los bordes se juntan. La herida; que es no pertenecer, se cierra.<< Estoy aquí, parado, frente mi propio rostro.>> Bebo un sorbo de agua. Está fría, viene de la profundidad de la tierra. A kilómetros de mi fluyen las napas subterráneas. No se puede contener a un acuífero. Afuera la noche abre su boca de loba.
Me siento en el ordenador. Tipeo sobre la barra de búsqueda "Canción para bañar la luna" automáticamente el navegador despliega las palabras↸ "acordes y tablaturas" doy enter ↲
Tomo la guitarra. Leo las tablaturas e interpreto la canción de Maria Elena Walsh. Canto bien, o eso creo. Arthur brinca hasta la ventana y desaparece.
<<El fragmento de sol es el único testimonio de la explosión. Su composición podría ser la clave para crear algo asi como un sol artificial. Una reproducción de Helios, dios en la mitología, gas en la ciencia>> Pienso mientras me levando de la cama, apoyo la guitarra contra la pared y salgo afuera.
La luna resplandece en lo alto.<< No es extraño.>> Pienso en aquella canción de The Doors: El mundo parece extraño, cuando tú eres el extraño.
Enciendo la pipa. El humo se aleja lentamente. No sopla una gota de viento. O mas bien, no corre un río de viento. O peor, todo viento aquietado fue mejor.
La noche es el incierto precipicio al que nos vemos arrojados, cuando buscamos juntar los bordes
de la herida
que es no pertenecer a la especie.
La materia vegetal dentro del cuenco se apaga. Entro a la habitación.
A lo lejos, Arthur balbucea excitado. No regresará hasta mañana.

14

<<¿Vladimir, en mi novela, se ha llevado el fragmento de sol ¿que significado tendrá esa piedra?
El bajo y alto, estos tipos si que eran representantes del mal. Quemar viva a una criatura.
Gastón, no conociste a Arthur.
Dicen que los gatos pueden captar nuestros campos magnéticos. Es decir, que fluyen en un estado mas sutil de energía. No niego la posibilidad de que el gato halla sentido el terrible vacío que sufrí al perder a mi perro?>>
Observo el vértice inferior derecho del monitor. 15:45, afuera la noche persiste.
El grupo de especímenes mas diversos y con mayores facultades de adaptación, son los insectos. Cuando me duelen los ojos y no puedo leer. Camino hasta el parque con una linterna. Tiendo una sabana blanca de árbol a árbol. La ilumino y vienen hasta mí una variedad increíble de Heterópteros. Los heterópteros son un grupo de insectos del orden de los Hemípteros. "Alas (ptera) dispares (hetero)" del griego.
Son más que hermosos. Hermosos es un termino pobre, tanto como el termino "inefable".
Arthur duerme en un rincón. Veo su cuerpo inflarse y desinflarse. Un saco peludo, orgánico. Él sí que es hermoso. Camino hacia la puerta, cuando siente mis pasos abre sus ojos amarillos y lanza un maullido. Algo me dice que sus instintos están satisfechos.
<<Voy a comenzar un insectario. ¿Cuantas especies se habrán extinto tras la desaparición del sol? ¿cuantas formas de vida han mutado sus cuerpos para adaptarse a este frío, a esta oscuridad? Voy a pinchar, sobre una plancha de poliestireno expandido, el exoesqueleto de un insecto. Bah, no solo uno. Tendré miles. Llenaré mi casa de frascos y alfileres. No voy a realizar una investigación seria. Mas bien voy a descubrir aquello que la luz atrae. Algo tiene que terminar con tanta sombra. Sé que es imposible... pero quien sabe.>>
Dos sombras aparecen detrás del portón. Mueven la puerta corrediza. Entran sin preguntar. Reconozco sus siluetas.<< Es el Bajo y el alto, aquellos que prendieron fuego mi anterior departamento. Son los que mataron a Gastón.>> Entro a casa y cierro la puerta. Oigo sus pasos cada vez mas cerca.
-Señor Isben, sabemos que está allí. Será mejor que abra, no le gustaría tener una puerta rota. Con este chiflete...- distingo la voz del bajito.
-Va a tener que darnos el fragmento de sol. Esta vez no le vamos a permitir salirse con la suya- dice, en tono burlón, el alto.
Respiro profundo. Dos dos vueltas de llave y, girando el picaporte, abro.
Me miran. Sus ojos sonríen con malicia. la figura de sus cuerpos se recorta sobre el cielo estrellado.
- No tengo el fragmento de sol. Es más, no existe. Pertenece a una ficción que estoy escribiendo.
-Usted no entiende- dice el bajo- acá no hay ninguna ficción. ¿Quiere, esta vez, que despellejemos a su gato?
<<Debo estar soñando. Sí, es solo un sueño>> Enciendo la hornalla y coloco la mano. Me quema, eso significa que estoy despierto.
-En mi novela el científico se llama Vladimir. No tiene apellido. Sé que es amigo de mi madre...pero mi madre de ficción, no mi madre de verdad.
-Quiere dejar de hacerse el estúpido. Tome, llame a su madre- dice ofreciéndome un teléfono celular. Un modelo carísimo, de última generación.
Lo tomo entre mis manos. Toco la pantalla, pero todo se desplaza. Se agranda, dispara otra pantalla.
-Mejor les dicto el numero. ¿Si?
-Está bien.
-cuatro cinco ocho, nueve cuatro, siete tres.
Vuelve a darme el aparato. En la pantalla se lee la palabra "llamando"
Me pongo el celular en la oreja. Escucho el pulso de la llamada.
⇜Hola. ¿Quien habla?
⇝Má, soy yo. Te llamaba para preguntarte algo.
⇜Decime.
⇝¿Vos conocer a algún Vladimir?
⇜Sí, a Vladimir Nabokov. ¿Te pasa algo?
⇝No, nada. Es difícil de explicar. Ahora, enserio ¿Conoces, personalmente, a algún Vladimir?
⇜Solo a uno. Vladimir Heit. Un viejo compañero de la secundaria, creo que es geólogo...vulcanólogo, algo así.
⇝¿Sabes donde lo puedo encontrar?
⇜No. Perdimos contactos. Decime ¿Pasa algo?
⇝Después te explico.
⇜¿De donde me estas llamando? Me sale como privado.
⇝Ahora no puedo hablar. Averiguame donde vive ese tipo. Chau.
Le extiendo el teléfono al alto. Mueve su dedo sobre la superficie del aparato y finaliza la llamada.
-¿Que nos dice, señor Isben?
-Que no entiendo nada de lo que está pasando. Otorguenme un plazo para averiguar donde puedo hallar el fragmento de sol.
-Tiene treinta días para recuperar la piedra. Vamos a volver. No piense en mudarse, no serviría de nada, lo encontraríamos de todos modos. Tenemos nuestros métodos. ¿Sabe?
-Entendido- digo.
Ellos se retiran sin mas preámbulos. Quedo, sentado, inmóvil, en el centro de la habitación. Arthur da un salto hasta mí. Ronronea. Lo acaricio y comienzo a pensar. Todo esto parece una horrible pesadilla.
[26 de Julio del 2016. Mendoza. Argentina.]