Cojo un tren
y me resulta embarazoso,
nacen viajes .
debo alimentarlos,
cuidarlos,
pensar en ellos más de una vez.
Deseo coger otra cosa,
una pluma (que si tiene poemas son más livianos y solo hablan cuando uno los lee),
un pincel,
otro tren pero…
¿Y los viajes?¿Dónde los dejo?
Los abandono.
Ellos crecen dentro de mí,
muy lejos de la realidad cotidiana
hasta que un día golpean mi puerta
y me reclaman,ya maduros,
-papá, deberías haberte cuidado-
Y yo desfallezco.
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